La privacidad en asistentes de voz es una de las principales preocupaciones de los usuarios y uno de los frenos más evidentes para su adopción. Tanto es así que Amazon ha tenido que tomar medidas: el gigante del e-commerce ha anunciado que Alexa permitirá controlar la privacidad mediante una orden de voz. Borrar el historial de grabaciones ya era posible, pero a través de la app y de un modo complicado y poco intuitivo.
«Alexa, borra todo lo que he dicho» es la orden mediante la cual el asistente de Amazon elimina todo rastro de navegación por voz. La decisión de Amazon llega después de protagonizar diversos escándalos relacionados con la privacidad: el último, cuando se desveló que miles de empleados de la compañía habían tenido acceso a la escucha de conversaciones con Alexa. Su versión para niños, Echo Dot Kids, también estaba dando mucho de qué hablar.
Pero la privacidad en asistentes de voz no es un pormenor que afecte exclusivamente a Amazon. Todos los asistentes graban las conversaciones que tienen con los usuarios con la finalidad de recordar las preferencias y fijar patrones de consumo, y así ofrecer las respuestas más adecuadas a lo que están pidiendo, sea información, una acción o una compra.
Privacidad en Alexa, Amazon Echo
Anécdotas acerca de «pifias» de Alexa hay muchas, desde el fragmento de una conversación cotidiana entre un matrimonio que fue enviada por Echo a uno de los contactos telefónicos, hasta la vez que un usuario accedió a 1.700 archivos de grabaciones de audio de unos desconocidos tras solicitar el envío de su historial.
Según informaciones de la compañía de software financiero, datos y noticias, Bloomberg, a diario se escuchan en Amazon hasta 1.000 grabaciones aleatorias, y no sólo segraban conversaciones con el dispositivo, sino que Echo registra actos cotidianos como gente cantando en la ducha, niños gritando para pedir ayuda o actos criminales como los abusos sexuales. Al respecto, Amazon responde que realiza cuentan con un entorno de alta seguridad que evita las filtraciones o la venta de información y datos.
En comparación con otros dispositivos, en los que somos plenamente conscientes de que estamos realizando una interacción, los asistentes van un paso más allá y registran conversaciones aún sin que el usuario se dé cuenta. Y esto ocurre en el ámbito doméstico, que es donde las personas nos sentimos más seguras y desinhibidas. O impunes: se cree que Echo grabó un presunto asesinato ocurrido en un domicilio, para lo cual la policía solicitó las grabaciones a Amazon, pero éste nunca las facilitó, argumentando que las grabaciones habían sido eliminadas al pasar el tiempo límite de almacenamiento fijado por la compañía.
Privacidad en Assistant, Google Home
La privacidad en asistentes virtuales no se limita a Alexa. Google también vive en nuestro salón como «Home», y funciona igual que Alexa en lo que a recabar datos se refiere. Google nos da la opción de proteger nuestra privacidad desactivando la opción de «resultados personalizados», también es posible borrar el historial de navegación de voz o de pausar el altavoz para que no registre las nuevas conversaciones y desactivar la opción de «enviar informes de fallos y datos de uso de Google Home a Google».
Los inconvenientes son claros: se pierden muchas funcionalidades básicas del propio asistente y, además, es un proceso tedioso si se quiere activar y desactivar repetidamente. Tras el anuncio de Amazon, cabe esperar que Google mueva ficha en la misma dirección, habida cuenta la carrera tecnológica en la que se encuentran inmersa ambos gigantes.
Al contrario que Alexa, Google dice no registrar conversaciones, sino pequeños fragmentos necesarios para ofrecer una respuesta, que se eliminan una vez que han cumplido su función. Sin embargo, extremadamente inquietante resulta la respuesta que ofrece Google en sus FAQ respecto a la privacidad de Home, donde asegura que cualquier persona que tenga acceso a un dispositivo Google Home puede solicitar información sobre los calendarios, el correo electrónico o cualquier tipo de información personal que haya registrado a través de cualquiera de sus servicios. Si el hecho de compartir sus datos con Google no disuade, esta aterradora posibilidad podría condicionar el uso de dispositivos de esta naturaleza.
A más privacidad en asistentes de voz, menos utilidad
Si bien el control de lo que los asistentes graban, registran y almacenan es una de las más claras demandas de los usuarios, limitar la información que se les da es quitarles el sustento que los hace ser lo que son. Es decir, los asistentes virtuales no pueden cumplir su función si no es por los datos que registran y almacenan. No olvidemos que no se trata sólo de una tecnología que dé una respuesta concreta a una pregunta puntual, sino de inteligencia artificial que aprende de cada usuario gracias a las repetidas interacciones.
Tanto Google Assistant como Alexa (por citar a los dos más relevantes) utilizan gran cantidad de datos e información sobre los intereses de los usuarios, a fin de poder ofrecer respuestas precisas y personalizadas. Es por ello que los ajustes de privacidad en asistentes de voz repercuten directamente en la utilidad que éstos tienen y, por tanto, eclipsan la finalidad para la que fueron creados. A menor información facilitada por el usuario, menor utilidad tendrá el dispositivo.
Por tanto, el usuario se enfrenta a un dilema por el que ya ha pasado otras veces: el de cómo salvaguardar su privacidad en asistentes de voz. ¿En qué acabará esto? Que el usuario acabe renunciando a su privacidad pasa por la conveniencia. Ni más, ni menos. En tanto en cuanto los dispositivos se conviertan en instrumentos de verdadera utilidad, los usuarios estarán más receptivos a compartir sus datos y su información. Incluso a ser escuchados cantando en la ducha. La paradoja es que, sólo a medida que se vaya salvando esta barrera con cada usuario, los asistentes serán capaces de evolucionar y ofrecerl una asistencia cada vez más valiosa.
En definitiva, a pesar de que los asistentes de voz van un paso más allá al registrar momentos y conversaciones sin que el usuario sea consciente de ello en muchas ocasiones, lo cierto es que llevamos ya muchos años interactuando con múltiples dispositivos que recogen información y datos personales sin que la mayoría de las veces seamos plenamente consientes de ello: pensemos en el teléfono móvil y en la cantidad de interacciones que realizamos a diario en diversas plataformas; o los propios wearables, que no tenemos tan en cuenta pero que recogen numerosos datos, incluidos los biométricos. Smart Tv, Pc, tablet, consola conectada, smart watch… nos rodean infinidad de dispositivos a los que, con cada acción, damos un poco de información sobre nosotros mismos.
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