Hace unos días conocíamos la noticia de que Facebook se había visto obligado a desconectar dos de sus robots. Bob y Alice habían desarrollado un lenguaje propio ininteligible para los humanos, y eso ha hecho a sus desarrolladores perder el control. Afortunadamente, tenían botón de apagado. La inteligencia artificial ha comenzado, con esta anécdota, a ser realmente inteligente. ¿Estamos ante el germen de Skynet?
El desarrollo de la Inteligencia Artificial es una prioridad entre los grandes jugadores tecnológicos, que se han embarcado en una carrera por conseguir lograr los desarrollos más punteros y posicionarse en un campo que será determinante para el progreso en los próximos años. Gigantes como Microsoft, IBM, Apple, Google o Facebook se han embarcado en extraordinarios proyectos encaminados a la investigación y el desarrollo de máquinas que sean capaces de comportarse como humanos. Para lograr avances innegables en Inteligencia Artificial hacen falta dos cosas: talento y datos, ventajas con las que cuentan de sobra estas grandes compañías.
A pesar de que su aplicación cambiará radicalmente muchas áreas de la economía, entre ellas la industria y la gestión empresarial, o ayudará incluso a tomar decisiones políticas, la parte que a nosotros nos interesa es la que tiene que ver con el marketing digital. ¿Cómo afectará la IA a nuestras estrategias de marketing futuras? Por el momento, el uso principal que se está dando a la IA tiene que ver con el procesamiento de datos. El Big Data es tan inabarcable que se hace necesario que las máquinas se encarguen de poner orden y es ahí donde la Inteligencia Artificial lleva trabajando tiempo.
El aprendizaje automático ha sido foco de experimentación de grandes compañías como Facebook y Google, que ya han aplicado la Inteligencia Artificial a distintas funcionalidades, como sus algoritmos respectivos: en el caso de Facebook, para seleccionar contenidos que mostrar más relevantes para cada usuario; en el caso de Google, para identificar resultados de búsqueda más adecuados para cada consulta.
Otra de las aplicaciones emergentes tiene que ver con los asistentes virtuales de voz, nacidos para facilitar la vida al usuario dando respuesta a sus necesidades mediante la integración de diversas funciones. Uno de los aspectos clave de estos asistentes es el refinamiento en los resultados que ofrece, por lo que se hace necesario que sean capaces de mantener una conversación con el usuario. Amazon Echo o Google Home son dos ejemplos de asistentes virtuales domésticos que prometen hacernos la vida más fácil.
Hablábamos hace poco, también, de la segmentación emocional. Los desarrollos de Inteligencia Artificial encaminados a interpretar las emociones del usuario están ya en marcha. Por ejemplo, Apple cuenta desde hace un par de años con un software capaz de percibir las emociones de los usuarios partiendo del análisis de sus expresiones faciales. El reconocimiento de las emociones a través de la voz o la interpretación de los datos biométricos son otras dos formas de conocer el estado de ánimo del usuario haciendo uso de la Inteligencia Artificial. Un caramelo para las marcas.
Sin embargo, a pesar de que se percibe una carrera entre los grandes por dominar este campo, desde el comienzo hemos asistido a espléndidos actos de generosidad entre ellos, compartiendo sus desarrollos y descubrimientos en Inteligencia Artificial. ¿Por qué? Fácil, la verdadera batalla es por los datos y los desarrollos de IA son una mina de ellos. Datos que, por otro lado, serán muy necesarios para el desarrollo de una Inteligencia Artificial más avanzada: a más información, más facilidad de la máquina para aprender y, por tanto, mayor inteligencia. Tener la máquina más inteligente supondrá la verdadera ventaja. A no ser que ésta se pase de lista y haya que desconectarla…